sábado, 11 de septiembre de 2010

CAMBIOS ESTRUCTURALES Y CULTURA POLITICA JAPONESA


Por Jose Cabrales

La importancia de los cambios y si éstos son significativos es una pregunta recurrente al analizar el sistema político japonés, en parte porque las noticias de la prensa tienen tendencia a anunciar derrumbamientos definitivos ante cada crisis estructural. Por tanto, pensamos que una respuesta a la importancia de los cambios políticos en Japon a lo largo de la década de 1990 quizás sería mejor plantearla en función de esos cambios estructurales en lugar de limitarnos a hechos formales, tales como el nombre del o los partidos políticos o de las personas al frente de los gabinetes.

Para ello, quizás es conveniente comenzar analizando la diferente perspectiva japonesa en relación con la famosa "falta de liderazgo" de su sistema político. El sistema actual no sólo habría que compararlo con el de otros países sino también con el que se ha dado Japón en épocas anteriores de su Historia: el poder nunca ha sido ejercido por los propios primeros ministros, ni mucho menos por los emperadores, que en ocasiones han tenido que vender sus bienes para sobrevivir economicamente. Matsurigoto fue la primera concepción de poder en Japon y asi lo indicaba, asemejando además el la jerarquía en el gobierno con la jerarquñia de los dioses shinto o kami. Se ha disociado claramente el título del poder efectivo y los shogunes; aunque éstos eran los detentadores en el Japón anterior a la Renovación Meiji, no tenían mas que cargos de segunda fila en la Corte Imperial.Y esta característica no es sólo japonesa, sino que se dan similitudes importantes en el resto de Asia; el caso más claro fue el de Deng XiaoPing quien, aunque era la persona clave en el Partido Comunista Chino, por muchos años mantuvo sólamente el cargo de Presidente de la Federación china de Bridge. Además, la comparación de los dos principales líderes en el Japón actual, Ozawa y Hashimoto, puede ser reveladora de la importancia de conocer la cultura del país para poder captar cómo se estan produciendo los cambios.

Ichirô Ozawa y Ryûtaro Hashimoto son los principales líderes de la escena política actual y comparten poco, a excepción de haber sido ahijados políticos de Kanemaru. Ozawa es el líder del principal partido de la oposición y está considerado el que tiene las ideas mas claras sobre el futuro de Japón. Sus críticas al sistema de toma de decisiones y a la incapacidad para afrontar las crisis han sido asumidas por un amplio espectro de japoneses, desde políticos o empresarios hasta burócratas, así como el objetivo de conseguir que Japón llegue a ser un país "normal" en el mundo, entendiendo por ello la necesidad de participar de sus obligaciones internacionales a la hora del envío de tropas. Su manifiesto político, "Blueprint for a New Japan", ha sido un éxito de ventas (700.000 ejemplares) desde su lanzamiento en 1993 y aun sigue siendo citado como una critica brillante del sistema político japonés, al contrario del que editó Hosokawa, por hablar de un libro contemporáneo.Hashimoto, al contrario, ha estado más en el lado de los que preferían mantener la situación anterior y sólo recientemente ha empezado a abrazar la reforma política como objetivo prioritario, tomando prestadas muchas de las ideas lanzadas en su dia por Ozawa, desde la desregulación y la privatización en gran escala a la necesidad de un primer ministro que pueda actuar rápido en las emergencias.

La situación actual de ambos políticos es totalmente diferente y mientras a Ozawa se le considera un político acabado, cuya popularidad está muy por debajo de los votos conseguidos por su partido, el prestigio de Hashimoto está en lo más alto. Las razones de ello se pueden buscar en la cultura política japonesa: Hashimoto tiende a actuar lentamente, esperando a que se forme un consenso antes de tomar decisiones, mientras que Ozawa no lo hace y parece incapaz de persuadir a la gente a seguirle. La forma de actuar de Hashimoto, mas propenso a escuchar y más cauto al actuar, ha tenido más validez que la brillantez mental de su oponente. Ello nos lleva a pensar que el proceso de cambio en Japón depende más de las formas y después de las ideas, al igual que en otros muchos países, pero no tanto de las personas: los líderes no son tan necesarios como en Occidente.

La cuestión del liderazgo en Japón nos puede ayudar a comprender la importancia de otros cambios estructurales en Japón. Quizás el más llamativo de todos ellos es la pérdida de la autoridad moral de la buroracia, a la que nos habíamos referido anteriormente. Casos como el del retraso en la prohibición del uso de sangre posiblemente contaminada con el virus del SIDA u otros escandalos de corrupción que han afectado no sólo a políticos sino también a burócratas, han provocado una marea antiburocracia en Japón. La marea bajará pero el poso de duda sobre la infalibilidad de los burócratas será difícil de arrancar y su poder se está cercenando desde varios aspectos. Además de los ya mencionados recortes en la autoridad de regular, el periódico Asahi, por ejemplo, proponía recientemente que los servidores públicos no puedan aceptar regalos, con el fin declarado de mantener su ética, algo que habría sido impensable al principio de la década. La perdida de prestigio es irrecuperable y van siendo cada vez menos necesarios para el funcionamiento del sistema: mientras que ya no es automática la entrada como funcionarios de los mejores estudiantes de la Universidad de Tokio (que van prefiriendo entrar en empresas privadas), se buscan alternativas a las funciones para las que, hoy día, son el único cuerpo capacitado. Así, para la formulación de políticas a largo plazo, el Keidanren ha puesto recientemente en marcha un Think Tank que podría servir como alternativa a una prerrogativa que tenían hasta ahora en exclusiva los servidores del Estado y que solo había sido amenazada por pequeños Think Tank puestos en marcha por bancos o por casas de valores como Nomura. Los juicios contra la corrupción también están demostrando la creciente vulnerabilidad de todos los grupos políticos ante el poder de una Justicia que se muestra cada vez más independiente y menos dispuesta a aceptar compromisos. La perseverancia de algunos jueces y los éxitos conseguidos muestran que la sociedad civil está cada vez mas incolucrada en perseguir los abusos del poder.

La búsqueda de una alternativa política con posibilidades de alcanzar el poder, por su parte, es otro de los cambios estructurales que se van dando tras la puesta en marcha del nuevo sistema electoral que favorece la existencia de mayorías. Es previsible que se llegue en un futuro a una alternancia de partidos con unas diferencias que serían equiparables a las que existen en el modelo estadounidense y, tras varios años en que los partidos se creaban con clara intención de servir de refugio temporal (Shintô Sakigake o Nuevo Partido Precursor, Nihon Shintô o Nuevo partido de Japón, Shinseitô o Partido Renacimiento o más recientemente, Taiyotô, o Partido del Sol) ha sido fundado el Partido Democrático o Minshutô con una definición ideológica que, si bien es vaga, denota una intención de durar. Por de pronto, no obstante, el sistema es más equiparable con el coreano (donde la izquierda no consigue alcanzar el poder), o con el thailandés, (donde las coaliciones de gobierno son extremadamente frágiles) que con el norteamericano y mucho menos con ninguno europeo. Y es que, ciertamente, las tendencias socioeconómicas de voto en Japón son diferentes a las de Occidente: los jovenes tienden a votar mas a la izquierda, no se ha encontrado relación entre nivel de renta y elección de partido, está muy marcada la tendencia de voto a la izquerda de los trabajadores de cuello blanco y el voto a los partidos de izquierda se incrementa directamente con el nivel de educación. De estas cuatro características, sólo la primera es equiparable con Occidente.

En la actual búsqueda de opciones para el futuro, también es necesario conocer esta cultura japonesa para comprender los ritmos de cambio. En el caso de las relaciones exteriores, la alternativa a la Alianza con Estados Unidos se está buscando en un marco y bajo unas formas específicamente asiáticas; así, aunque se participa en foros como APEC (Asia Pacific Economic Conference) o ASEM (Asia Europa Meeting), la opción que cuenta con mayores perspectivas es el ARF o Asean Regional Forum. Puesto en marcha por la ASEAN u Organización del Naciones del Sudeste Asiático como un órgano consultivo en materia de seguridad, ARF permite una resolución de conflictos mas informal y agrupa no solo a los miembros de este club, sino a las grandes potencias (China, Japón, Rusia, Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea) en calidad de observadoras. Alrededor de este foro se van resolviendo algunos de los problemas más recientes, como la soberanía de las islas Spratly o el control del caudal del río Mekong, sin titulares de prensa llamativos, "regla número uno de la diplomacia japonesa".En el caso del marco político interno, la modificación de la Constitución redactada por los Americanos durante su período de ocupación es un proceso que está llevando su tiempo, pero que en su día alcanzará frutos. Mientras que hasta ahora el debate estaba viciado por la defensa a ultranza del artículo pacifista y por otros términos, recientemente han pasado a considerarse la necesidad de un cambio desde otros puntos de vista. La necesidad de una modificación de la Constitución (o de una nueva Constitución), mientras cala hondo en la sociedad civil, ha pasado a ser impulsada por el periódico más leído últimamente, Yomiuri, que desde noviembre de 1994 ha iniciado una campaña. Tras establecer un comité, ha propuesto cambios concretos que se pueden ver en su pagina web. La forma de proponer los cambios es muy propia de la cultura política japonesa, permitiendo tiempo para la búsqueda de consenso.

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